Aquí la tierra tiembla
al margen de los sismógrafos,
se agita cada noche suavemente
como si un rayo
la navegara estremecido.
Las fechas
se han ido borrando,
así los ríos que recuerdo
y los que no.
Al atardecer
regresan domésticos los rebaños.
Los animales que conozco
andan en manada,
como perros por Valparaíso,
con ellos beben sal en las maretas
retoños de otros
imposibles.
Y trota aquella loba
de cola espléndida,
la que diera su nombre a lo poblado,
guardándote la sombra.
Gata hoy entre las mesas, heredera
del rayo, cleptómana
responsable
de que la propiedad privada exceda
el territorio de las sábanas: ese tiempo
que el aire sueña latido, silencio,
galápago…
¿Quién apagó este galope
relanzándolo?
Poema publicado en De los ríos oscuros, 2010.