El verano
es un sendero
que bordea el acantilado,
transparencia del agua entre urros
dispersos, piedras del rayo
y cuevas que comunican la playa
con el horizonte.
Tierra adentro,
hay quien lleva para otros el mar
en la mirada,
gotas de arena en los brotes del sueño.
El verano es un muchacho de ojos claros,
un lunes de febrero por la tarde
en un bar de Madrid.
Publicado en De los ríos oscuros, 2010